domingo, 28 de marzo de 2010

LA VISITA

“No recuerdo cuándo fue la última vez que bajé aquí. Quizá no estuve nunca y ésta es en realidad la primera ocasión en que piso este lugar. EL CUARTO DE CALDERAS… ¿Cómo estar seguro de nada?... Naaah… Me miento a mí mismo. Yo construí este lugar. Tiene mi firma…”


El Fantasma dejó escapar una carcajada helada, su forma ectoplásmica vibrando en mil frecuencias al mismo tiempo. Se encuentra rodeado de gigantescas columnas de cuadernos y hojas manuscritas apiladas hasta un techo que se pierde en la oscuridad más absoluta. De vez en cuando una hoja cae, balanceándose zalamera hasta llegar al suelo ajedrezado… Otoño psicótico en el Cuarto de Calderas… las hojas arden al entrar en contacto con la fría piedra… un aullido salvaje y terrible en alguna parte hace retumbar las distantes paredes, como si fuesen implacablemente golpeadas por frenéticos martillos abisales… ¿quién podría ser tamaño tamborilero? … La única respuesta es una carcajada helada, un aullido salvaje y terrible.
Caminó sobre losas agrietadas por el paso de la Eternidad, entre pilares de palabras desquiciadas, tatuadas a fuego lento en el cráneo del Multiverso.

Adoptó una forma tangible. Una que recordaba vagamente. Varón, de edad indeterminada a causa de una poblada barba, robusto y no demasiado alto. Vestido con una especie de hábito monacal… la capucha cubriendo parcialmente su rostro, ocultando los ojos. Miró por un momento sus manos, fuertes y esbeltas, como talladas en mármol vivo. Sintió su propio peso sobre el suelo ancestral, un paso tras otro, la piel desnuda contra la fría piedra. Respiró el aire fosilizado, el pecho poderoso contra el hábito, el corazón bombeando con la fuerza de un martillo neumático… un paso tras otro…

Caminó sobre el ajedrezado infinito, rozando columnas desquiciadas con manos de mármol vivo… Extrañas formas y volúmenes acechando más allá de las columnas, como vastas volutas de humo inquieto, enervado de alguna manera… evolucionan en el aire fosilizado del Cuarto de Calderas hasta tomar la forma de un enorme lobo, su cuello encadenado a la roca palpitante del corazón del Mundo. Gruñe con voz quebrada, áspera y grave:

-Treinta y dos cobardes me encadenaron, por miedo a lo que pudiera llegar a ser, treinta y dos cobardes se condenaron por convertirse en mi razón de ser… ¿Te gustan los acertijos, Perdido?
-Tal vez tanto como a ti. Dime… ¿Cuánto serrín tiene que comer un pavo para cagar un tablón y medio?

El lobo se quedó muy quieto. Entonces comenzó a sonar un horroroso bramido intermitente que se convirtió en una risa gargantuesca que lo hizo retumbar todo.

-HAW, HAW, HAW, HAW… la madre que te parió… hacía eones que no me reía… he he he… ¿quién coño eres, Perdido? ¿Qué te trae por aquí?
-Soy uno que no sabe quién es, Lobo, uno que viaja sin memoria ni propósito, sin saber si quiera si está vivo o muerto.
-Hombre, para serte sincero, no suelen venir muchos vivos por aquí… pero no tienes pinta de muerto. Y créeme, de esos se ven muchos por aquí. Supongo que sólo tienes que esperar el tiempo suficiente… mmmmmmmmm… otro acertijo…

Comienza a difuminarse en pesadas volutas de humo negro… Humo contra el vacío de roca y piedra.

El Fantasma parece contrariado por un instante. Continua caminando. Como escolta fantasmagórica un crepitar de llamas con cada paso. Tablero interminable, columnas desquiciadas y poco más…

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Deposite aquí la tontería que hubiera pensado...